Antonia Aránega: “La ciencia y el conocimiento aportan una satisfacción personal tremenda. Pero lo que no se conoce no puede defenderse o apasionar”
● La sección de entrevistas a #MujeresPTS, profesionales del entorno del PTS Granada (científicas, investigadores, directivas, docentes…), tiene como objetivo visibilizar la innovación y el liderazgo femenino en el ámbito científico-tecnológico y de ciencias de la salud, para inspirar a las nuevas generaciones, y contribuir a una mayor diversidad e inclusión en estos sectores.
Granada, 25/09/24. En #MujeresPTS conocemos más de cerca a Antonia Aránega, científica e investigadora de vocación, que decidió estudiar medicina en una época en la que no había muchas mujeres en esta carrera. Es Catedrática del Departamento de Anatomía y Embriología Humana de la Facultad de Medicina de la Universidad de Granada, donde también es profesora emérita. A lo largo de su carrera fue directora de una treintena de tesis doctorales y coordinó el Máster de Biomedicina Regenerativa de la Universidad de Granada.
– ¿Tuviste una vocación temprana?
Mi padre era maestro de escuela y al tener siete hijas, estaba muy concienciado de transmitirnos que teníamos que estudiar y ser autónomas. Él quería que hiciera arquitectura por mis buenas notas en matemáticas y también porque heredé de una tía el que se me diera bien el dibujo y la pintura.
Vivíamos en Baza, y había un médico maravilloso que nos visitaba, D. Celso, que defendía mantener una vida saludable, una alimentación racional, algo impropio de la época porque ese debate no estaba planteado. Yo me quedaba con la boca abierta viendo la labor que hacía, como te mostraba un mundo diferente, te motivaba sobre los estilos de vida y que había que abrir la mente para afrontar las diferentes situaciones.
Influyó en mí porque no solo era un médico práctico, sino también porque modificaba la vida de los demás de forma positiva. Yo quise estudiar medicina por esa búsqueda de nuevas realidades. Mi padre no lo entendía y creía que me equivocaba. No le dio tiempo a conocer que era mi vocación porque cuando estaba en primero medicina, falleció a causa de un cáncer de colon. Nos quedamos en unas circunstancias muy difíciles, pero si uno las afronta con consecuencia, te enriquece para afrontar otras que vengan con más rapidez y quizás éxito, porque has tenido esa experiencia formativa.
– ¿Cómo fue tu etapa formativa y los inicios de tu trayectoria profesional?
Me gustaba tanto la licenciatura que estaba en encantada. Me casé muy joven, cursando tercero de medicina, y tuve a mi primera hija examinándome de 4º curso de la licenciatura, y además tenía una beca, por lo que debía mantener la nota para no perderla.
Lo fui superando y cuando acabé hice el doctorado y la especialidad en pediatría, me gustaba mucho el diagnóstico y tratamiento de prematuros. A continuación, tuve enseguida una convocatoria del CSIC y me dieron una beca predoctoral y comencé mi tesis sobre la experimentación técnica sobre malformaciones congénitas por radiaciones de cobalto. Sabíamos que era perjudicial pero no lo podíamos ver de inmediato. Así que lo hicimos con embriones de pollo.
Me gustó tanto la investigación que me decidí plenamente por ella. Y aunque la docencia también me gustaba, al venir de familia de maestros (padre y abuela), me llenaba mucho más el planteamiento de las interrogantes de la enfermedad, lo que subyace para que el organismo deje de funcionar correctamente y se produzcan las diferentes patologías. Y me interné en el mundo de la investigación con las nuevas tecnologías en biotecnología y técnicas de terapia génica.
– ¿Tuviste algún referente que te inspirara o apoyara en tu carrera?
La persona que realmente no me esperaba y fue un hallazgo importante para que me decidiera a no tener tantos miedos fue el director del Plan Nacional de Biotecnología Armando Albert del CSIC. Él apostó por mí, no sé por qué, y me dio seguridad y me ayudó a creer en mí, y a no dudar que en la vida no siempre se tienen los resultados que planificas, pero no hace falta porque te enseñan mucho para dar el siguiente paso.
Posteriormente Juan Carlos Izpisúa Belmonte, del Instituto Salk de California, una persona valiosísima. Escuché una conferencia suya y me parecieron tan interesantes sus planteamientos, que le abordé en un evento. Le dije que quería que conociera que había gente que apostaba abiertamente por la terapia génica, la tecnología e investigación con células progenitoras, y que a veces no llegábamos a nuestros objetivos por carecer de medios. Porque como decía Ortega, “tú eres tú y tus circunstancias”.
Me respondió “lleva usted toda la razón”, y vino a Granada, conocí a su mujer que estaba en el laboratorio con él, y ya empezamos una relación de amistad. Me ayudó mucho a abrirme en el ámbito americano y es un referente. También mi familia ha sido primordial, mis hermanas y mi madre, y la familia que formamos mi marido y yo, con mis tres hijos.
– ¿Cómo fue la conciliación de tu vida profesional con tu vida personal?
Entonces no había la conciencia de entender a la madre trabajadora. Como no me lo ponían fácil no iba a estar siempre triste, las primeras dificultades me afectaron, pero seguí para adelante. Sacaba tiempo de mi sueño, de las vacaciones, me tocaba estar pidiendo proyectos europeos en Nochevieja y Nochebuena, pero luego preparaba la cena con total normalidad. Siempre he disfrutado mucho de mi familia, y nunca se han quejado.
“Me gustaba el fenómeno de la vida, algo tan subyugante y complejo que me parecía fundamental profundizar”
– ¿Cómo imaginabas que sería y cómo ha sido tu andadura como mujer en el ámbito STEM?
Me gustaba el fenómeno de la vida, algo tan subyugante y complejo que me parecía fundamental profundizar porque se conoce muy poco del proceso biológico. Tenía inquietud biológica, me interesaba la vida, y empecé a generar un grupo de investigación, unas técnicas diferentes, a tener una infraestructura para hacer investigación embriológica, genética y de las células madre. Fue un proceso concatenado. Pero en el inicio fue que quería dedicar mi trabajo a qué pasa con la vida, que cuando se equivoca produce la enfermedad y cómo se puede ayudar a prevenirla y curarla.
– ¿Qué desafíos has enfrentado en tu carrera y cómo los ha superado?
Los médicos anatómicos no entendías que me embarcara en técnicas de biotecnología. Era incomprensión y no te apoyaban. El primer proyecto con células madre en Andalucía fue el mío, y aquello se creían que era un disparate. Tuvimos que explicar miles de veces que trabajábamos con las células excedentarias de las técnicas de fertilización asistida, que cuando superan los cinco años no pueden utilizarse y se desechan.
Fue un debate ético y moral con las autoridades eclesiásticas. Yo soy creyente, pero en ese momento declaré que se habían quedado desfasados y tenían falta de conocimiento sobre lo que hacíamos. Porque si no era por estas razones era crueldad ya que se estaba evitando su uso terapéutico. Igual que se considera que una persona ha fallecido cuando tiene electroencefalograma plano y se trasplantan sus órganos, la vida empieza cuando hay actividad cerebral, y cuatro células no tienen ni remotamente esa actividad cerebral.
Fue un período duro, estuve en el Senado y se clarificó en el debate sobre células madre. Era ser útiles socialmente con lo que teníamos y no dejar de cumplir ninguna regla moral, tanto por las leyes como por vivir con nuestra propia conciencia. Era un error conceptual porque la ciencia y la tecnología avanza muy rápido. Por ello hacen faltan asesores, no demonizar líneas de trabajo. La clave está en el uso perverso que se haga en los descubrimientos y los avances.
– ¿Participas o formas parte de algún tipo de actividad de divulgación científica? ¿Qué opinión o importancia le otorgas a estas?
Me gusta mucho participar en charlas cuando me llaman de institutos, por ejemplo, por el Día de la Mujer, para fomentar el avance del conocimiento, y concienciar que la mujer no debe ser relegada. Las chicas se ponen muy contentas y les encanta, y los niños van entendiendo…he notado un cambio de concienciación. Es fundamental que los hombres se convenzan de que se trata de una cuestión de justicia social, y que no lo vean como una competición, porque cuando uno comparte es mejor que dar una limosna…se trata de igualdad. Pero hay que seguir trabajando y poner en valor a ambos, hombres y mujeres, al que lo haga bien, y es importante también proteger y atender la maternidad.
– ¿Qué consejo darías a aquellas personas interesadas en desarrollar una carrera científica?
No soy de dar consejos, pero le diría que pensaran en su felicidad, no es la alegría de un momento sino un estado y una capacidad de tomar equidistancia y equilibrio entre lo positivo y lo negativo. Y la ciencia es fundamental, te da una satisfacción personal tremenda el conocimiento. Lo importante es que te llene, que te motive, y que no te importen las dificultades, que hagas lo que te haga feliz. Hay carencias en las carreras tecnológicas e ingenierías, por ejemplo, posiblemente porque vengan de una formación deficitaria. No les enseñan la grandeza de la materia, y la utilidad de los conocimientos. Lo que no conoces no puedes defenderlo ni entusiasmarte por ello.
“La sociedad tiene que querer y valorar a sus científicos, trabajamos para unos resultados que sean mejores para todos”
– ¿Qué logros o aspectos de tu carrera destacarías como más significativos o relevantes?
Las aportaciones que hemos hecho desde los estudios genéticos y los kits de diagnóstico para el cáncer en su conjunto, y sobre todo para el de páncreas y colon. Y estudios con células madre para terapias en este sentido. Todo ese campo y su aplicación a la oncología, genética y bioquímica.
Y la aportación en la legislación española, para la creación de la ley de células madre y reproducción asistida. Creé una comisión de biotecnología, que financiaron el ministerio y el senado, para explicar para qué servían y las utilizábamos. La sociedad tiene que querer y valorar a sus científicos, trabajamos para unos resultados que sean mejores para todos.
– ¿Cuál es tu valoración del ecosistema de innovación y transferencia de conocimiento que es PTS Granada?
Llevo luchando mucho tiempo por esto y ojalá tenga impulso. Es fundamental generar esos nichos de transferencia entre conocimiento y empresas. Se genera empleo y además ayuda a que las ciencias de la salud tengan importancia. Granada tuvo el primer parque tecnológico especializado en salud, el primero en tener este calificativo, y se pueden hacer muchas cosas.
– ¿Cómo es trabajar en nuestra región, qué singularidades señalarías?
La gente valora mucho los investigadores y centros extranjeros, pero es muy importante tener un centro especializado en Granada. El PTS abre grandes posibilidades y tiene un potencial enorme. Y más ahora que la salud está dando esos pasos tan avanzados, aunque hay áreas más de moda, pero no de mayor de utilidad. Se trata no solo de curar sino evitar la enfermedad, y darle valor al fenómeno de la vida, es un prodigio cuando lo conoces en profundidad y hay que protegerlo.
– ¿Cuál es tu visión del presente y perspectivas de futuro del sector de las ciencias de la vida y la salud en Granada y en Andalucía?
Hay muchas posibilidades, es un entorno que está en proceso de crecimiento siempre, y el PTS es el modelo de éxito. Se necesitaría un centro de prototipado para saber si funciona o no el producto, para luego venderlo a la industria. Nos falta la fase intermedia, el prototipo.
– ¿Cómo ves el futuro en tu área/especialidad? ¿Qué innovaciones esperas ver en los próximos años?
Ahora soy profesora emérita jubilada, sigo dando conferencias y dirijo los TFM de Terapia Génica del Máster de Antienvejecimiento en la Universidad Complutense de Madrid. En general veo que se ha perdido el miedo a las innovaciones médicas, que antes había. La gente es muy receptiva a que las innovaciones se apliquen a cualquier terapia. La medicina personalizada bien entendida y los análisis genéticos para que el fármaco vaya al gen defectuoso, y ahí está una parte importante del futuro.